miércoles, 27 de junio de 2012

Infidelidad mental





Somos mentalmente promiscuos, instintivamente polígamos. Vemos un cuerpo atractivo y nuestra mente empieza a desnudarlo, a besarlo, a follarlo. No podemos resistirnos. Entonces tanteamos, sopesamos las distintas variables y decidimos, codiciados por un fervor ancestral, si debemos intentar materializar ese pensamiento o bien dejarlo en su naturaleza intangible. La mayoría de ocasiones no sobrepasa las fronteras de nuestra imaginación: “el otro no accederá” o “qué pensará de mí” o “demasiado esfuerzo” o “tengo pareja”. Pero sea cuál sea el motivo que marca la diferencia entre deseo y acto, una parte de nosotros ha practicado el sexo con ese cuerpo atractivo, ha recorrido su geografía, ha sorbido su erotismo. 
Somos pues mentalmente promiscuos e instintivamente polígamos. Pero ese no es exactamente el problema, sino la perpetua infidelidad mental que esto conlleva cuando uno vive un romance -qué idea tan poco romántica, por cierto–. Puede que mi novio nunca llegue a recorrer el cuerpo de otra con su lengua y sus labios, pero sí lo hará con sus sueños y deseos. El 100% del tiempo, estoy expuesta a ser abstractamente cornuda: cuando él va al súper, cuando está durmiendo, incluso cuando me folla, es posible que su cabecita esté hincándola en otra. La infidelidad mental, onírica, intangible (como se le quiera llamar) es inevitable, por lo que la búsqueda de su homóloga material empieza a parecerme absurda. La persecución a ultranza de la monogamia es incoherente porque nuestra propia condición nos lo impide. Reprimimos nuestros instintos sexuales en la vida real, sí; pero con ello potenciamos el fervor de los sueños, la tentación de lo prohibido, el poder de la fantasía.
La diferencia entre mi novio y el resto de hombres de la tierra es que, pese a haberse acostado conmigo o no, él goza de mi corazón, mi amor, algo no material que hace que nuestra unión se perpetúe una vez que saca su polla de mí. Siempre estamos fusionados, las 24 horas del día. Y eso no se lo imagina cuando ve un cuerpo atractivo. No obstante, me enerva que materialice sus sueños eróticos con otras. Sé que mi unión es duradera, palpable y espiritual; mientras que con las que se pueda tirar, su fusión será tan escueta como el mismo coito. Pero no lo puedo soportar. Sin embargo, soy mucho más permisiva cuando otras, bajo el nombre de amigas, van entrando poco a poco en su corazón, sin sexo, consolidando una coyuntura sólida, duradera, haciéndose un hueco en su vida. Somos mentalmente promiscuos, pero lo peor de todo es que somos totalmente incoherentes. 

lunes, 28 de mayo de 2012

Recuerdos que se vuelven polvo.

Resulta extraño como una simple broma puede acabar con una amistad de toda la vida, quizas porque uno se lo toma demasiado a pecho, quiza porque otro se toma todo demasiado a la ligera... Pero de todas formas termina por destruir todos esos recuerdos, la imagen que tenias de esa persona ya no es la misma, esas risas en el jardin de su casa, esos planes maleficos de niños traviesos, esos amigos para siempre, ese primer amor, las palabras magicas "es mi novia", aun que sean palabras de un niño de 5 años... todo eso se borra, con la rabia, con las lagrimas, con una simple discusion, porque ya no es aquel primero amor, sino tu primera sonrisa, tu primera amistad, tus primeras palabras, tu primero todo.
Y cuando al fin te dice que lo olvides, lo que tu quieres es olvidarlo a el, nunca habia habido ningun conflictos entre los dos, y el primero duele como un puñal.
Y le dices que te duele que te importe tanto, como puede ser tan especial en tu vida, no de una forma amorosa, porque eso paso en su dia, sino de una forma incluso familiar..
Solo te gustaria poder abrazarle en mitad del mar.